ANSIEDAD, DEPRESIÓN Y CRISIS ECONÓMICA.

Estudios recientes hablan del aumento entre un 20 y un 40% de la patología depresiva, la ansiedad, el abuso del alcohol, los trastornos del sueño y la patología psicosomática, durante los últimos años, coincidiendo con la situación de crisis económica. Este incremento, responde al aumento del estrés negativo, un estrés acumulativo que poco a poco va desgastando los mecanismos cerebrales adaptativos.

Este incremento del nivel de estrés se manifiesta de manera distinta según la persona. Pueden ser síntomas cardiovasculares, respiratorios, gastrointestinales, sexuales, neuromusculares y neurovegetativos (como sequedad en la boca, sudoración, zumbido de oídos, mareos, etc.). Asimismo, entre los síntomas somáticos son frecuentes las cefaleas de tensión y todo tipo de dolores, ya que están provocados por una activación anómala de los circuitos cerebrales de la ansiedad y por reacciones de tipo hormonal.

Otros síntomas, que pueden estar ligados al estrés derivado de la situación económica, son somatizaciones como la tensión motora, la incapacidad para relajarse, la inquietud, el temblor, la fatiga o los dolores musculares.

“Por otra parte están los pacientes somatizadores crónicos que suelen hiperfrecuentar los servicios sanitarios. Estas personas presentan síntomas físicos por los que demandan de forma persistente exploraciones clínicas con resultados negativos o que no pueden explicar suficientemente las quejas del paciente”. Esta situación, se ve agravada porque estos pacientes no aceptan y se resisten a la explicación psicológica de sus síntomas, incluso cuando el comienzo guarda relación con el estrés o con un acontecimiento vital adverso.

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