ESTRÉS EN NAVIDAD

Comprar los obligatorios regalos navideños, escribir las felicitaciones (aunque sea por e-mail) para los amigos y familiares y tener que cocinar para grupos numerosos de personas son las cosas que suelen aumentar la tensión y el estrés durante esta época, contribuyendo al cansancio psicológico y a un estado de ánimo un tanto decaído. Además, los niños tienen vacaciones escolares y hay que entretenerlos en casa mientras se trata de hacer todas las actividades adicionales.

Hay que evitar acabar exhausto. Tenemos que ser realistas acerca del tiempo del que uno dispone. Hay que establecer prioridades e incluir dentro de ellas apartar un poco de tiempo para estar a solas y atender a nuestras necesidades de calma y descanso. Al considerar alguna actividad, nos tenemos que preguntar si realmente tiene que hacerse y, de ser así, somos la única persona que puede llevarla a cabo.

El gasto de los regalos y reuniones para celebrar con familiares y amistades o participar en el intercambio de regalos, nos puede producir estrés por generarnos expectativas demasiado altas acerca de cuál será el resultado.

Hay que hacer lo posible por evitar tener expectativas poco realistas con uno mismo o con otras personas. No hay que esperar que todo quede perfecto y ni que todos se porten a las mil maravillas con nosotros y con las personas que nos importan de verdad. Hay que tener en cuenta que la forma de pensar y las costumbres de los demás no pueden cambiarse con facilidad. Los conflictos y problemas familiares no se esfuman simplemente por ser diciembre. No hay que pensar que cada momento estará lleno de felicidad ni que el tiempo que pasamos con familiares y amigos estará siempre lleno de armonía: así evitaremos posibles frustraciones que desembocan en pensamientos negativos y cierto nivel de nerviosismo.

Por todo lo comentado anteriormente, la Navidad es una época del año (pese a tener días de asueto) en las que más aumenta el nivel de estrés de las personas, con las consiguientes consecuencias negativas como discusiones, desengaños, pensamientos negativos con respecto a los demás y a uno mismo, etc., y esto hay que intentar evitarlo. Básicamente de una forma: siendo realista y adaptándonos de la mejor forma posible a las circunstancias personales que rodean a estas fiestas

                                      

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