FOBIA SOCIAL

Hablamos de fobias cuando el miedo que sentimos frente a un peligro es injustificado,
exagerado e interfiere excesivamente en nuestra vida cotidiana, reduciendo nuestra capacidad
de acción.
En algunas fobias muy conocidas, el miedo es a usar ascensores, a las alturas, o a las
cucarachas, etc. En la fobia social en cambio, el miedo se centra en situaciones en que nos
relacionamos con gente.
Todos solemos experimentar ansiedad e inseguridad al conocer personas nuevas, pero
una vez en confianza, casi todos logramos afrontar adecuadamente esos encuentros. En
cambio, las personas con fobia social experimentan un grado de ansiedad mucho más elevado.
Tal es el nivel de ansiedad o vergüenza que las personas afectadas pueden llegar a
producir señales físicas como sudor, temblor muscular y de voz, rubor facial, etc., que las
hacen sentir más vulnerables e inseguras. Es así como la situación social se torna cada vez
más desagradable. Esto hace que la persona se desanime y comience a utilizar tácticas para
evitar estas situaciones, como por ejemplo asistir con menor frecuencia a reuniones.
Existen algunas características que por lo general están presentes en quienes padecen
este trastorno:
• Miedo a dirigirse a un público o grupo de amigos.
• Temor de que alguien observe lo que uno está haciendo.
• Temor de ser presentado a otra persona.
• Temor de comer o beber en público.
• Dificultad para manejarse en negocios y realizar trámites.
• Preocupación por llegar a ser el centro de atención.
• Inseguridad al realizar llamadas telefónicas.
• Dificultad para intercambiar opiniones en el trabajo o hacer reclamos.
• Incomodidad al asistir a fiestas y reuniones.
• Tendencia a evitar espacios donde haya gente desconocida.
• Sensación de ser mirado y desvalorizado.
• Temor de que las propias intervenciones en una conversación parezcan ridículas,
pobres o inadecuadas.
• Miedo a no saber qué decir.
• Reconocimiento, en muchos casos, de que este temor es excesivo e irracional.
Es frecuente el miedo a tratar con el sexo opuesto, a extremos que producen graves
dificultades para conseguir pareja.
Algunas personas con fobia social utilizan el alcohol como forma de ganar valor y
desinhibirse en situaciones de interacción social.
El miedo en la fobia social no disminuye por sí solo, dado que se alimenta continuamente
de:
• Los estímulos temidos, como estar en algún tipo de situación social que nos produzca
temor.
• Imaginar las situaciones que podrían suceder y sentir el miedo “como sí” estuvieran
ocurriendo los acontecimientos temidos.
• Los mecanismos de evitación: las conductas de “precaución” como ponerse en un
rincón, hablar poco, cruzar la vereda, etc.
• Los pensamientos auto-críticos, del estilo de “voy a parecer tonto/a”, “tendría que
hablar pero no se me ocurre nada”, “estoy haciendo un papelón”, “parezco torpe”, “soy
inferior”.
• Hablar muy poco, lo que dificulta la facilidad y espontaneidad en la comunicación.
• El círculo vicioso que producen las experiencias negativas reales: cuando hubo una
mala experiencia en el contacto con otros, la persona con este trastorno cree que la
siguiente experiencia será igual o peor. Este pensamiento sobre la próxima situación
social conlleva mayor ansiedad y menor disposición a estar con otras personas.
• La costumbre de quedarse pensando en lo sucedido: el no haber sido capaz de actuar
con la soltura de los demás genera malestar e incomodidad. Es frecuente el recuerdo
de cada uno de los pequeños detalles de comportamiento que se considera vergonzoso.
• El miedo a tener miedo y que además ese miedo sea visible.

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