ADICCION AL TRABAJO

NEUROCIENCIA | Adictos al trabajo

¿Por qué no puedo desconectar en vacaciones?

Marta Mora | Madrid

Mientras la mayoría se desespera por los pocos días que le quedan para la vuelta al trabajo después de las vacaciones estivales, un 10% de la población activa desea que nunca llegue ese tiempo de ocio, pues se considera incapaz de desconectar, aunque sólo sea por unos días. Estas personas se sienten fuera de lugar porque necesitan seguir trabajando. Por ello, procuran mantenerse conectadas aunque sea ‘a hurtadillas’.

Una de las características de estos adictos al trabajo es que “sufren una ‘disonancia cognitiva’ [cuando se mantienen dos pensamientos que están en conflicto] provocada por el estrés de no estar trabajando y ser conscientes de la necesidad de desconectar y descansar”, resalta Javier Brotons, psicólogo terapeuta especializado en este tipo de patologías y profesor de la Universidad Jaume I de Castellón. Se sienten incapaces de sustituir sus quehaceres profesionales por otras actividades. Esto se debe a que viven el trabajo como la única forma de valorarse a sí mismos.

Por ello, “las vacaciones suponen una pérdida de identidad. El trabajo les activa y al desconectar sufren un bajón, que viven como un malestar”, explica Isabel Aranda, doctora en Psicología y Coach Ejecutivo. “Surge como resultado del estatus social que proporciona el trabajo y del que se ve despojado durante las vacaciones de verano”, añade Antonio Bulbena, catedrático de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Hombre de mediana edad y controlador

El perfil sociodemográfico de quienes padecen este tipo de patologías corresponde al de un “hombre, a partir de los 35 o 40 años y hasta los 50 o 55 con un nivel cultural medio o medio alto y a los que se les han inculcado valores como el esfuerzo, el compromiso, la responsabilidad, la eficacia, realizar lo correcto, el perfeccionismo y no perder el tiempo”, explica el profesor de la Universidad Jaume I.

Brotons añade que hay “una relación directa entre un trabajo absorbente y la depresión“. Son personas muy perfeccionistas y que prefieren trabajar de forma individual porque necesitan controlarlo todo.

Según un reciente estudio publicado en la revista ‘Psicothema’, en España, alrededor de un 10% de la población activa padece esta patología. En Japón, donde se da mucha importancia al trabajo, la incidencia se sitúa en un 20% aproximadamente. El país donde se registran más casos es Corea del Sur, donde sus habitantes trabajan entre 10 y 14 horas diarias. Ante esta situación, el gobierno surcoreano obliga a los ciudadanos a ‘disfrutar’ de dos semanas de vacaciones al año e insta a las empresas a bloquear los ordenadores, por si sus empleados intentan reincorporarse al trabajo antes de tiempo.

Los especialistas confirman que esta patología está fomentada por los valores socioculturales de la sociedad. Coinciden en que el avance de las nuevas tecnologías facilita el desarrollo de la adicción, ya que el adicto puede seguir conectado desde su teléfono móvil o portátil.

Bryan Robinson, ex adicto al trabajo y autor del libro ‘Chained to the Desk: A Guidebook for Workaholics’, cuenta a ELMUNDO.es su experiencia. “Tenía la necesidad de trabajar, escondiéndome de los demás, como mi padre, alcohólico, necesitaba su bourbon”, explica. Cada verano, “mi pareja registraba mi maleta y confiscaba cualquier trabajo, pero siempre se olvidaba los dobladillos, donde guardaba algunas notas de trabajo“.

Robinson añade que “cuando mis amigos nos proponían [a mi pareja y a mi] alguna actividad, siempre decía que estaba cansado y que quería dormir una siesta. Mientras ellos se iban, aprovechaba para, de forma secreta, trabajar. Cuando oía los pasos de mi pareja de regreso volvía a guardarlo todo y me hacía el dormido. El trabajo me proporcionaba seguridad frente a lo incierto de las relaciones humanas”.

Cómo reconocer su existencia

El diagnóstico de esta enfermedad es complicado. Como cualquier adicción, no es fácil reconocerla, pues es necesario establecer los límites entre la patología y quien tiene una dedicación sana y productiva al trabajo. Según los expertos consultados, el adicto al trabajo necesita tener acceso a las nuevas tecnologías de forma constante mientras que el resto puede planificarse para acceder en un momento determinado y después desconectar. Este tipo de personas son capaces de estructurar su agenda de trabajo, pero no se organizan bien en actividades extraprofesionales. Aranda comenta que para poder evaluarla “es fundamental que el adicto reconozca su problema”.

Por otro lado, la razón de ser del adicto es su alto grado de autoexigencia, lo que provoca graves consecuencias en su entorno social, familiar y profesional. En su entorno familiar se siente incapaz de satisfacer sus demandas. Robinson agrega que “usaba el trabajo para defenderme de estados emocionales como ansiedad, tristeza y frustración”. Con respecto a los compañeros de trabajo, los adictos les someten a una gran presión al trasladar esa autoexigencia a sus iguales, e, incluso, a sus jefes, lo que les genera numerosos conflictos interpersonales.

Esta patología altera la toma de decisiones. “Acaba por verse afectada por la ‘visión de túnel’ que impide a la persona priorizar” dice Aranda. Por otro lado, “competencias muy valoradas en las empresas tales como la innovación, la creatividad o la resolución de conflictos se verán seriamente comprometidas” concluye. Por otro lado, Brotons explica que “este tipo de adicción suele venir acompañada de otras adicciones, fundamentalmente alcoholismo o cocaína”.

Consejos útiles

Como cualquier adicción, superarla no es tarea fácil, pero el adicto puede tomar medidas para que, poco a poco, logre cumplir este objetivo. Antes de irse de vacaciones deberá enfrentarse y prepararse para esta nueva situación. Brotons recomienda “empezar por dejar de trabajar los viernes por la tarde, sustituyendo esas horas por ratos de ocio”.

El proceso de superación debe comenzar por la “realización de actividades de tipo social y en grupo para no quedarse en casa y que, de esta manera, el adicto tenga relaciones dentro de la sociedad”, señala este psicólogo. Para Bulbena, el deporte puede ser una buena opción para ocupar el tiempo e integrarse en un grupo social.

En el caso de Robinson, sí hubo un fin para su adicción y afirma que “en la actualidad, ya no pretendo dormir más ‘siestas’. Ahora pesco, voy a la playa, construyo castillos de arena y hago surf. En definitiva, saboreo más la vida en lugar de pensar únicamente en el trabajo”.

                                                 Fuente:  elmundo.es

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CRISIS POSTVACACIONAL DE PAREJA

No se trata de un mito más: “Los que nos dedicamos a estos temas sabemos que, en cuanto llega septiembre, el número de demandas de separación y de divorcio aumenta considerablemente. La cuestión es ¿por qué las ansiadas vacaciones, que en principio suponen la posibilidad de disfrutar de más tiempo en compañía de la pareja, libres de todo estrés laboral y preocupaciones cotidianas, se traduce en una ruptura?.

Se debe en gran medida a las expectativas poco realistas con las que muchas parejas se enfrentan al descanso estival: “Se suelen plantear demasiados objetivos, planes y actividades a realizar, como si el tiempo fuese infinito. A esto hay que unir el enfoque diferente de la afectividad: un miembro de la pareja (generalmente las mujeres) puede necesitar determinadas manifestaciones afectivas, y el otro (habitualmente los hombres), confunde afectividad con sexualidad. A veces, por sorpresa, se constatan conductas que pasan inadvertidas en la vorágine de la vida familiar. Pero, por encima de todo, hay un hecho determinante: es muy difícil la convivencia las 24 horas del día, algo a lo que la mayoría de las parejas no está acostumbrada durante el resto del año”.

Los cuatro “culpables”

Según los expertos en el tema, son cuatro los principales motivos que precipitan la decisión de poner fin a una relación tras las vacaciones estivales:

1. Infidelidad

Aunque las estadísticas subrayan que la causa principal del divorcio en España es la infidelidad del varón (18,6 por ciento), lo cierto es que la mujer también empieza a “ganar terreno” en este campo. Respecto a este tema, se pueden dar dos circunstancias: que uno de los miembros de la pareja sea infiel precisamente en la época estival (el “Síndrome del Rodríguez”) o que, debido al mayor tiempo que se pasa con la pareja, salga a la luz o se descubra una infidelidad cometida.

  • Qué se puede hacer al respecto. Muchos expertos coinciden en afirmar que en un elevado número de casos la infidelidad suele ser consecuencia de un problema mucho más profundo entre la pareja y una falta de comunicación. “Con una adecuada orientación (mediador familiar, psicólogo) muchas parejas consiguen perdonar y desdramatizar el suceso, y volver a confiar en el otro. En estos casos, resulta especialmente importante determinar el motivo por el que se ha buscado una relación paralela para tratar de establecer alternativas de cambio si es posible. En todos los casos, resulta de especial ayuda el apoyo de un psicólogo, sobre todo en aquellas parejas en las que uno de los miembros no puede integrar ni entender el suceso en su vida cotidiana, atribuyéndole significados ocultos a la infidelidad lo que, si no se actúa a tiempo, puede convertir la relación en un auténtico infierno”.

 

  • 2. La familia política.

“Aunque lo ideal es pactar de antemano con la pareja lo adecuado o no de que compartir las vacaciones con la familia política, en ocasiones esta decisión nos viene impuesta, lo que puede suponer un coste emocional muy alto”.

  • Qué se puede hacer al respecto. A no ser que la situación se derive de un hecho grave o esté muy deteriorada previamente, lo mejor que puede hacer una pareja para evitar que la actitud de las respectivas familias mine su relación es intentar una comunicación eficaz. “Hay que expresarle al otro de forma franca y abierta pero positiva cómo nos sentimos y de qué modo nos afecta el hecho de que la familia política interfiera en la vida cotidiana, intentando en la medida de lo posible evitar adjetivos del tipo ‘insoportable’, ‘terrible’, etc”.

3. El síndrome postvacacional

El síndrome postvacacional puede afectar al estado de ánimo, haciendo que a la vuelta de las vacaciones se produzca un replanteamiento del esquema vital y se decida arreglar o romper con aquellos aspectos que no funcionan, entre ellos, la relación de pareja. Expertos de

la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SEMFYC) explican que este síndrome conlleva síntomas físicos y psíquicos, como tristeza o irritabilidad, que pueden inducir a tomar decisiones equivocadas.

  • Qué se puede hacer al respecto. Es aconsejable esperar al menos un mes después de la vuelta para empezar a plantearnos grandes cambios, ya que necesitamos estar lúcidos de mente para afrontar la decisión con seguridad y nunca con dudas. Para superar esta situación, los expertos de la SEMFYC recomiendan tener una actitud positiva para ir adaptándose poco a poco al cambio de vida después de las vacaciones y evitar la ansiedad que genera el volver a la rutina y a los problemas cotidianos del trabajo y la familia

4. Otros motivos

El desgaste de la relación, las dificultades de comunicación entre los cónyuges, el cambio de estilo de vida y de valores de uno de los miembros de la pareja; falta de amor; abusos verbales; problemas en el ámbito sexual… Todas estas circunstancias, a menudo solapadas por la inmediatez de las necesidades y las rutinas diarias, pueden hacerse mucho más evidentes durante las vacaciones

  • Qué se puede hacer al respecto. “Conviene tener en cuenta que el desgaste en una relación no se produce de la noche a la mañana; es un proceso de duración variable, en algunas ocasiones bastante largo, que puede sustentarse en la pérdida progresiva de interés por el otro o en la monotonía de la relación. Llegado el caso, interesa revisar la relación y tratar de establecer si aún es posible encontrar puntos en común, o ser honestos y determinar si algún día existieron”.

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DEPRESION POSTVACACIONAL

 En realidad este concepto que ha surgido recientemente, se produce después de finalizar las vacaciones y se caracteriza porque el individuo es incapaz de adaptarse nuevamente a las exigencias del trabajo. Este síntoma puede desaparecer a los pocos días y puedes lograr habituarte nuevamente. No todo el mundo sufre este tipo de depresión, según las estadísticas sólo un 35% de los trabajadores con edades entre 25 y 40 años padecen de este problema.

¿Cómo se manifiesta? El principal síntoma es el rechazo a las labores propias del trabajo que sufres después de unas vacaciones. Te muestra susceptible, con mucha tristeza que se manifiesta en una gran apatía hacia el trabajo, pierdes el interés en cualquier actividad laboral, en casos graves puede producir insomnio, náuseas, problemas en el estómago y hasta dificultades para respirar.

¿Por qué ocurre la depresión post vacacional? Uno de las principales causas son los cambios de horarios, si volaste de un huso horario a otro, puedes sentir los efectos del “jet lag” y debes esperar un par de días para lograr la normalidad, también el cambio del ritmo diario de actividades, los horarios de las comidas y sobre todo pasar de un ambiente relajado y tranquilo a otro de mucha exigencias con una gran presión, que muchas veces te sientes incapaz de soportar.

Este problema no le ocurre de igual manera a todas las personas, tiene que ver mucho con la percepción que cada persona tiene del trabajo que realiza, si te sientes subvalorado o no te gusta tu trabajo, es decir detestas lo que haces, lo más seguro es que sufras esa depresión, pero si tu trabajo es una gran satisfacción para ti y te sientes que haces lo que te gusta, te sentirás muy contento de regresar a tus labores cotidianas.

                  Psicoterapia breve para el tratamiento de la depresión postvacacional:

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