ANSIOLITICOS

Alrededor de un millón de españoles (un 2,5% de la población general) presenta un problema de consumo crónico de ansiolíticos o tranquilizantes -entendiendo por crónico que este consumo es diario y durante un período aproximado de seis meses- y entre un 10 y un 20% los consume de forma esporádica, según quedó puesto de relieve en el transcurso de las XII Jornadas de Actualización en Medicina de Familia, celebradas recientemente en Sevilla y organizadas por la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC). Estas cifras son todavía las ofrecidas por el antiguo Insalud, pues no existen informes recientes de ámbito estatal sobre este tema.

Según semFYC, entre un 15 y un 20% por ciento de los pacientes que acuden a las consultas de Atención Primaria consumen algún psicofármaco, de los que en un 75% son benzodiazepinas (ansiolíticos e hipnóticos). La explicación a este fenómeno, aduce esta sociedad científica, hay que ir a buscarla en el seno de una sociedad de bienestar que se caracteriza por tener elevadas expectativas y escasa tolerancia al fracaso, una actividad laboral cada vez más exigente e insegura, falta de apoyos familiares y de redes sociales (vecinos, amigos), dificultades de convivencia y comunicación en el seno de las propias familias, soledad, etc. Todos estos factores están detrás del alto consumo de estos medicamentos.

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TRASTORNOS PSICOLÓGICOS

   Por primera vez la encuesta Nacional de Salud incluye datos relativos a las enfermedades mentales. Uno de cada cinco españoles está en riesgo de sufrir un trastorno de esta índole. A nivel mundial las cifras son preocupantes, según la OMS. Expertos hablan ya de la epidemia silenciosa del siglo XXI.

El problema no es nuevo. Los datos estaban ahí delante hace tiempo. Un informe de la Dirección General de Farmacia del Ministerio de Sanidad y Consumo reconoce que en sólo cinco años el consumo de ansiolíticos y tranquilizantes ha aumentado en nuestro país casi en un 40% Estos medicamentos se emplean para problemas de ansiedad, fobias, trastornos alimentarios, dolor y otras adicciones. El consumo empieza cada vez a edades más tempranas, infancia y adolescencia. Existen trastornos psicológicos, alteraciones en la vida de las personas que están repercutiendo negativamente en su salud. ¿Qué dimensión tiene todo esto?

Cuatrocientos cincuenta millones de personas en el mundo están aquejadas de algún tipo de enfermedad mental, de los cuales 350 millones padecen depresión. Son datos de la OMS, organismo que prevé que para el año 2020 la depresión sea la causa más importante de incapacitación y muerte después de las enfermedades cardiovasculares.

En España, la última Encuesta Nacional de Salud por primera vez recoge cifras sobre esta patología. Los resultados son preocupantes. El 21,3% de la población mayor de 16 años tiene riesgo de padecer una enfermedad mental. Y este riesgo se incrementa a medida que aumenta la edad. En la población infantil los números no son mejores, ya que el 22,1% de los menores de entre 4 y 15 años presentan problemas de conducta relacionados con la hiperactividad y la socialización. Como decimos, el tema preocupa a las autoridades que ven la necesidad de tomar medidas para intervenir y revertir esta tendencia. Aunque insisten en que de momento se habla de “riesgo”, no de “diagnóstico”.

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PSICOTERAPEUTA VALENCIA

               Psicoterapeuta colegiado con más de 18 años de experiencia. Especialista en el tratamiento de trastornos de ansiedad, depresión, adicciones y crisis personales y de pareja. Terapia individual, de pareja y formación de grupos de terapia. Consulta en el centro de Valencia y Castellón. Profesor de psicología en la Universidad. Experto en entrenamiento en habilidades sociales y sertividad.

                           Javier Brotons. Col.CV.03246. Tel. 600 44 00 04.  javier@psicologo-valencia.es

                         

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NOMOFOBIA

Ya hay estudios que plantean esta nueva enfermedad, como el desarrollado recientemente en Reino Unido en el que se apunta que 13 millones de personas de la isla sufren de nomofobia, “no móvil fobia”, o la fobia o miedo a estar sin móvil.

La principale razón que alegan es el estar en permanente contacto con los amigos o la familia. Más del 50% de los encuestados confiesan que nunca apagan el móvil. Un 10% dice que es por el trabajo…

Los expertos argumentan que la nomofobia afecta al 53% de los usuarios de teléfonos móviles. De entre las mujeres, un 48% experimenta ansiedad cuando les queda poca batería, cobertura o crédito (si es de prepago), mientras que este sentimiento se da en el 58% de los varones encuestados. 

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ADICCION AL TRABAJO

NEUROCIENCIA | Adictos al trabajo

¿Por qué no puedo desconectar en vacaciones?

Marta Mora | Madrid

Mientras la mayoría se desespera por los pocos días que le quedan para la vuelta al trabajo después de las vacaciones estivales, un 10% de la población activa desea que nunca llegue ese tiempo de ocio, pues se considera incapaz de desconectar, aunque sólo sea por unos días. Estas personas se sienten fuera de lugar porque necesitan seguir trabajando. Por ello, procuran mantenerse conectadas aunque sea ‘a hurtadillas’.

Una de las características de estos adictos al trabajo es que “sufren una ‘disonancia cognitiva’ [cuando se mantienen dos pensamientos que están en conflicto] provocada por el estrés de no estar trabajando y ser conscientes de la necesidad de desconectar y descansar”, resalta Javier Brotons, psicólogo terapeuta especializado en este tipo de patologías y profesor de la Universidad Jaume I de Castellón. Se sienten incapaces de sustituir sus quehaceres profesionales por otras actividades. Esto se debe a que viven el trabajo como la única forma de valorarse a sí mismos.

Por ello, “las vacaciones suponen una pérdida de identidad. El trabajo les activa y al desconectar sufren un bajón, que viven como un malestar”, explica Isabel Aranda, doctora en Psicología y Coach Ejecutivo. “Surge como resultado del estatus social que proporciona el trabajo y del que se ve despojado durante las vacaciones de verano”, añade Antonio Bulbena, catedrático de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Hombre de mediana edad y controlador

El perfil sociodemográfico de quienes padecen este tipo de patologías corresponde al de un “hombre, a partir de los 35 o 40 años y hasta los 50 o 55 con un nivel cultural medio o medio alto y a los que se les han inculcado valores como el esfuerzo, el compromiso, la responsabilidad, la eficacia, realizar lo correcto, el perfeccionismo y no perder el tiempo”, explica el profesor de la Universidad Jaume I.

Brotons añade que hay “una relación directa entre un trabajo absorbente y la depresión“. Son personas muy perfeccionistas y que prefieren trabajar de forma individual porque necesitan controlarlo todo.

Según un reciente estudio publicado en la revista ‘Psicothema’, en España, alrededor de un 10% de la población activa padece esta patología. En Japón, donde se da mucha importancia al trabajo, la incidencia se sitúa en un 20% aproximadamente. El país donde se registran más casos es Corea del Sur, donde sus habitantes trabajan entre 10 y 14 horas diarias. Ante esta situación, el gobierno surcoreano obliga a los ciudadanos a ‘disfrutar’ de dos semanas de vacaciones al año e insta a las empresas a bloquear los ordenadores, por si sus empleados intentan reincorporarse al trabajo antes de tiempo.

Los especialistas confirman que esta patología está fomentada por los valores socioculturales de la sociedad. Coinciden en que el avance de las nuevas tecnologías facilita el desarrollo de la adicción, ya que el adicto puede seguir conectado desde su teléfono móvil o portátil.

Bryan Robinson, ex adicto al trabajo y autor del libro ‘Chained to the Desk: A Guidebook for Workaholics’, cuenta a ELMUNDO.es su experiencia. “Tenía la necesidad de trabajar, escondiéndome de los demás, como mi padre, alcohólico, necesitaba su bourbon”, explica. Cada verano, “mi pareja registraba mi maleta y confiscaba cualquier trabajo, pero siempre se olvidaba los dobladillos, donde guardaba algunas notas de trabajo“.

Robinson añade que “cuando mis amigos nos proponían [a mi pareja y a mi] alguna actividad, siempre decía que estaba cansado y que quería dormir una siesta. Mientras ellos se iban, aprovechaba para, de forma secreta, trabajar. Cuando oía los pasos de mi pareja de regreso volvía a guardarlo todo y me hacía el dormido. El trabajo me proporcionaba seguridad frente a lo incierto de las relaciones humanas”.

Cómo reconocer su existencia

El diagnóstico de esta enfermedad es complicado. Como cualquier adicción, no es fácil reconocerla, pues es necesario establecer los límites entre la patología y quien tiene una dedicación sana y productiva al trabajo. Según los expertos consultados, el adicto al trabajo necesita tener acceso a las nuevas tecnologías de forma constante mientras que el resto puede planificarse para acceder en un momento determinado y después desconectar. Este tipo de personas son capaces de estructurar su agenda de trabajo, pero no se organizan bien en actividades extraprofesionales. Aranda comenta que para poder evaluarla “es fundamental que el adicto reconozca su problema”.

Por otro lado, la razón de ser del adicto es su alto grado de autoexigencia, lo que provoca graves consecuencias en su entorno social, familiar y profesional. En su entorno familiar se siente incapaz de satisfacer sus demandas. Robinson agrega que “usaba el trabajo para defenderme de estados emocionales como ansiedad, tristeza y frustración”. Con respecto a los compañeros de trabajo, los adictos les someten a una gran presión al trasladar esa autoexigencia a sus iguales, e, incluso, a sus jefes, lo que les genera numerosos conflictos interpersonales.

Esta patología altera la toma de decisiones. “Acaba por verse afectada por la ‘visión de túnel’ que impide a la persona priorizar” dice Aranda. Por otro lado, “competencias muy valoradas en las empresas tales como la innovación, la creatividad o la resolución de conflictos se verán seriamente comprometidas” concluye. Por otro lado, Brotons explica que “este tipo de adicción suele venir acompañada de otras adicciones, fundamentalmente alcoholismo o cocaína”.

Consejos útiles

Como cualquier adicción, superarla no es tarea fácil, pero el adicto puede tomar medidas para que, poco a poco, logre cumplir este objetivo. Antes de irse de vacaciones deberá enfrentarse y prepararse para esta nueva situación. Brotons recomienda “empezar por dejar de trabajar los viernes por la tarde, sustituyendo esas horas por ratos de ocio”.

El proceso de superación debe comenzar por la “realización de actividades de tipo social y en grupo para no quedarse en casa y que, de esta manera, el adicto tenga relaciones dentro de la sociedad”, señala este psicólogo. Para Bulbena, el deporte puede ser una buena opción para ocupar el tiempo e integrarse en un grupo social.

En el caso de Robinson, sí hubo un fin para su adicción y afirma que “en la actualidad, ya no pretendo dormir más ‘siestas’. Ahora pesco, voy a la playa, construyo castillos de arena y hago surf. En definitiva, saboreo más la vida en lugar de pensar únicamente en el trabajo”.

                                                 Fuente:  elmundo.es

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REDES SOCIALES

El catedrático de Psicología Clínica Enrique Echeburúa ha advertido de que el cambio de la vida social por la virtual, a través de redes sociales como Facebook o Tuenti, es uno de los “mayores peligros” del uso abusivo de las nuevas tecnologías para los jóvenes.

Echeburúa se ha pronunciado así en la presentación del curso de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) “Problemas actuales de la psicología infanto-juvenil”, a la que han asistido el también el catedrático de Psicología Clínica Elisardo Becoña y el catedrático de Psicología Básica y director del curso, Helio Carpintero.

Entre los síntomas que indican adicción a las redes sociales, Echeburúa ha destacado la creación de una identidad ficticia gracias al anonimato de estas redes, el aislamiento social, la “automedicación digital” ante una depresión, es decir, recurrir a las redes sociales para superar el malestar, y problemas físicos como obesidad, fruto de la vida sedentaria delante del ordenador.

Echeburúa ha señalado que no hay que ser “alarmistas” porque los adictos a internet pueden reducirse a un 6 por ciento de la población, pero ha advertido de que es un porcentaje “suficiente” para analizar si se da un perfil de riesgo específico, especialmente entre los jóvenes, sobre el que desarrollar campañas de prevención.

De ese 6 por ciento, Echeburúa ha eliminado a adictos al juego o al sexo que recurren a internet para canalizar esa patología, ya que “su problema de base es otro”.

Sobre los perfiles del riesgo en la adicción a las redes sociales, Echeburúa ha aclarado que son los mismos que para otras adicciones, como drogas o alcohol, definidos por gente que, “o bien no tienen una percepción clara del riesgo, o bien tiene una baja autoestima, o bien está pasando una situación coyuntural complicada, como estrés, un desengaño amoroso o dificultades en los estudios”.

El rango de edad en el que esta propensión a la adicción a internet es más peligrosa se sitúa entre los 15 y los 20 años, al igual que en el caso de la adicción a drogas, ya que el primer consumo de estas sustancias suele darse entre los 13 y 15 años.

Por su parte, Elisardo Becoña ha insistido en los peligros que la “cultura del botellón” supone para los jóvenes, que, “por no tener una clara percepción del riesgo”, pueden dar el salto fácilmente del consumo de alcohol, al de cannabis y cocaína, de donde derivan problemas como embarazos no deseados y actitudes violentas.

Helio Carpintero ha subrayado que esa escasa percepción del riesgo que tienen los jóvenes es consecuencia de la falta de salidas que la sociedad ofrece y el miedo al fracaso personal, lo que provoca que no se fijen metas a largo plazo y sus únicos objetivos se centren en la diversión y en salir por la noche.

Por ello, ha instado a una reflexión sobre “cómo salvar a ese capital social que es la juventud”. 

               Fuente: Libertad Digital Internet.

                             Tratamiento adicicción a las redes sociales:

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TERAPIA DE GRUPO PARA LA ANSIEDAD EN VALENCIA: ENERO 2017

CONVOCATORIA PARA LA FORMACION DE UN GRUPO DE TERAPIA PARA AFRONTAR LA ANSIEDAD EN VALENCIA. ENERO 2017.

Formación de un grupo de terapia en Valencia dirigido a personas que tengan problemas relacionados con la ansiedad y quieran mejorar compartiendo experiencias y estrategias de afrontamiento. La sesión de terapia de grupo es una tarea en colaboración, en la que el terapeuta asume la responsabilidad clínica del grupo y sus miembros. Dentro de la reunión, los miembros se ocupan de expresar de la manera más libre y honesta posible sus problemas, sentimientos, ideas y reacciones. Esta exploración da a los miembros del grupo la materia prima para comprenderse y ayudarse. Los miembros no sólo aprenden de sí mismos y sus propios problemas, sino que actúan también como “ayudantes terapéuticos” de los demás.

Además, la participación en el grupo de terapia y al margen del tratamiento grupal de los problemas de ansiedad promueve el crecimiento personal y el autoconocimiento a través de la experiencia y relación con los demás lo que redunda a su vez en un incremento en la autoestima.

Horario: por la tarde (de 20 a 21,30 horas).

Duración de las sesiones: hora y media.

Fecha de inicio: enero de 2017.

Máximo de participantes: 10 personas por sesión.

Frecuencia: semanal.

Precio: 25 euros por sesión.

 

Para más información y/ o solicitar la inscripción:

– Enviar e-mail: javier@psicologo-valencia.es

– Llamando al teléfono: 600440004 (Javier). / www.psicologo-valencia.es