Depresión

EVOCAR EXPERIENCIAS PLACENTERAS PARA PREVENIR LA DEPRESIÓN.

Evocar sucesos pasados que nos hicieron sentir bien es un poderoso antídoto para combatir la depresión e incluso prevenirla. En los malos momentos aferrarse a los buenos recuerdos puede evitar que caigamos en el trastorno del ánimo más frecuente, que se ha convertido ya en la segunda causa mundial de discapacidad. O si ya hemos caído, puede ayudarnos a salir de ese oscuro panorama.

Al menos, es lo que ha comprobado en roedores un equipo de investigadores del Instituto Tecnólogico de Massachussetts liderado por el premio Nobel Susmu Tonegawa, que ha se ha propuesto desentrañar los circuitos neuronales en los que descansa la memoria aplicando las técnicas más modernas de las que dispone hoy la neurociencia. Su trabajo se publica en la revista Nature.

Que recordar los tiempos felices tiene un efecto positivo sobre el estado de ánimo no es una novedad. De hecho en noviembre del año pasado, psicólogos de la Universidad de Rutgers sometió a un grupo de voluntarios a resonancia magnética para ver cómo y qué partes de su cerebro se activan cuando nos recreamos en los buenos tiempos. Y vieron que revivir mentalmente esas experiencia positivas ponían en marcha el sistema de recompensa del cerebro y aumentaba la motivación. El resultado era tan intenso que los participantes renunciaron a recibir una recompensa económica ofrecida a cambio de salir de ese ensimismamiento tan gratificante. De ahí dedujeron que ese costumbre en la que caemos con cierta frecuencia cuando el día a día se nos hace cuesta arriba debía tener una función adaptativa importante.

Sin embargo, a pesar de ser una táctica empleada por los psicólogos para ayudar a las personas deprimidas, la neurobiología “fina” de este proceso se conoce poco. Y ahora los investigadores liderados por Tonegawa han dado un paso importante y muy en consonancia con las observaciones en humanos de los psicólogos de Rutgers. En concreto la laboratorio del Nobel ha demostrado que la reactivación artificial en roedores de un recuerdo positivo puede suprimir los efectos de la depresión inducida por el estrés. Es más, han visto que de forma parecida a lo que ocurría con los voluntarios de Rutgers, revivir mentalmente esa experiencia es más efectivo como antídoto contra la depresión que experimentar el suceso de nuevo.

Para probarlo han contado con la inestimable colaboración de ratones de laboratorio, a los que tanto debemos. Primero les proporcionaron una experiencia gratificante, como ponerles en una jaula en la que había una hembra de su especie. Después les sometieron a una experiencia neutra: les dejaron solos en otra jaula. Y finalmente una experiencia algo más estresante, como inmovilizarles.

Durante este proceso los científicos estuvieron muy atentos a las neuronas que se activaban en cada caso, para almacenar cada una de esas experiencias (positiva, neutra y negativa, respectivamente). Después revivieron los distintos recuerdos en el cerebro de los roedores, activando las neuronas implicadas en cada caso.

Aunque parece difícil, para el grupo de Tonegawa hacer eso está a la orden del día. Utilizan una técnica denominada optogenética que permite activar y desactivar neuronas a voluntad de los investigadores. Para ello previamente, y utilizando un virus, las han introducido una proteína que reacciona a la luz. Así cuando enciende una luz azul, las neuronas se activan y el recuerdo se hace accesible. En esta ocasión esas neuronas marcadas forman parte del giro dentado, una parte del hipocampo implicada en la formación de recuerdos.

Después de haber deprimido a los roedores por una experiencia estresante durante diez días, los investigadores vieron que sólo al activar el grupo de neuronas que contenían el recuerdo positivo de la estancia del roedor en la jaula con su compañera, se recuperaban de los síntomas de la depresión, que al parecer son muy parecidos a los que sufrimos los humanos, pasividad y falta de interés por actividades agradables, que para un ratón pueden ser comer o utilizar una rueda giratoria. Y bastaban cinco días de “luminoterapia” para lograr eclipsar los efectos del estrés acumulados durante diez días.

Y esa mejoría permanecía en el tiempo incluso aunque no se estimulase ya su cerebro con luz. Y además, los roedores en los que se había activado artificialmente el recuerdo de la experiencia positiva se hacían resistentes a nuevas situaciones de estrés, que no lograban ahora deprimirles.

Además del hipocampo, importante también en la regulación del estrés, los inveestigadores vieron que había otras zonas del cerebro implicadas en esa recuperación, como la amígdala (que “gestiona” el miedo) y el núcleo accumbens (que forma parte del sistema de recompensa del cerebro).

Curiosamente los roedores que habían sido sometidos a las mismas experiencias positivas, pero sin aplicarles la estimulación lumínica, no parecían recuperarse de la depresión, incluso aunque les pusieran de nuevo en la jaula con compañía femenina. Lo que significa que en estos casos, el recuerdo tiene un poder sanador más intenso que vivir la propia experiencia. Además de proteger contra la depresión, o quizá por eso, recordar los buenos momentos restaura la producción de neuronas nuevas en los roedores, que disminuye con la exposición al estrés.

Un comentario que acompaña en Nature al trabajo del equipo de Tonegawa sugiere que el recuerdo repetido de esas experiencias positivas podría de alguna forma conferir cierta resistencia, o resiliencia, a la adversidad. Se preguntan si podría ocurrir lo mismo en humanos. Y parece que la respuesta podría ser afirmativa según el estudio también muy reciente de los psicólogos de Rutgers.

Y ya puestos, los psiquiatras que comentan el trabajo, Alex Dranovsky y David Leonardo, de la Universidad de Columbia, se preguntan si no habrá en algún lugar del cerebro otros grupos de neuronas capaces de activar recuerdos que protejan contra la ansiedad, otro trastorno muy frecuente. Seguro que Tonegawa ya ha tomado nota. No hace ni un mes, con este mismo equipo explicaba en Science que se podía devolver la memoria a ratones amnésicos. Y el verano pasado, a finales de Agosto, explicaba en Nature que había logrado cambiar los malos recuerdos en buenos, aunque de momento solo en roedores. Lo de la ansiedad es cuestión de tiempo…(Fuente: ABC ciencia).

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